jueves, 1 de marzo de 2018

Dos poemas








*
Todo vuelve en estos días,
la desnudez de la que soy parte,
el abandono de Dios,
el olvido que origina lo invisible,
el animal de fondo
con sus pétalos de noche,
la claridad vacía
del fuego entre mis manos.

Todo vuelve
de sombra a piel
de voz a sangre
de humedad a derrota
de precariedad a respiración entrecortada.

Todo retorna en el desvanecimiento,
en la nostalgia de la fruta veraniega
como sonrisa núbil del agua insumisa,
en la fragilidad del tacto
que nos repuso de un tiempo sin tiempo.

Todo inicia en estos días;
el beso que nos fue concedido
aquella noche tan culpable
cuando dijeron nuestros nombres,
cuando nos expulsaron del viejo paraíso.



 
*
Un lenguaje
que tome piedra por piedra,
inocencia por relámpago,
padre por hijo,
tristeza por desierto.

Un lenguaje
que no diga lo ya dicho
esperando que signifique lo ilusorio,
que adivine el orden
del pulso y de la sed,
que camine sin hablar
hacia la soledad de su mirada
como despedida fugaz del llanto.

Un lenguaje
sin palabras que entregue su piedad
con la cosecha del cielo
para hacer visible
lo que dice lo invisible
pronunciando lo ajeno de todas sus vocales.

Un lenguaje
como la mujer de Lot,
sereno ante el horror de su blasfemia
y que al caer la noche
sepa que enmudecer
no es el dolor de saberse sal.

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